martes, 25 de noviembre de 2008




Bravos de Margarita: historia con buen comienzo

Balancear la temporada de un equipo de beisbol tomando como referencia exclusivamente la posición en el Round Robin, pudiera resultar altamente injusto, sobre todo si, además del debut, ese plantel tuvo que padecer ausencias inesperadas que desestabilizaron el esquema de armonía requerido para salir airoso. Esta es la historia de los Bravos de Margarita…
Arrancaron con muchas ganas y con no pocos inconvenientes en el área estructural de la sede. Se tuvo que trabajar muy rápido y con la presión de un compromiso enorme con la Liga, los equipos que integran al circuito y los fanáticos insulares, esperanzados con la llegada de su escuadrón de pelota. El de ellos y su tierra… al menos por los próximos 15 años.
No soy amigo de loas políticas, pero sería deshonesto si omito la preocupación del Gobernador del estado, Dr. Morel Rodríguez por ver culminados los trabajos del estadio “Nueva Esparta”, el más comentado de la zafra y al que prometieron mejorar aún más.
Caras nuevas llegaron al equipo, tantas que en algún momento de la temporada se pudo apreciar un line up que sólo contaba con Julio Cordido como miembro del desaparecido “Pastora de Los Llanos”.
Las inconsistencias monticulares de Matt Peterson, Mike Connolly y Ricky Barrett llegaron a causar muchos dolores de cabeza. Eso, aunado a una defensiva preocupante y poca producción con gente en circulación, propiciaron una cadena adversa de 6 derrotas al hilo.
No obstante, se trabajaba para configurar una plantilla ganadora. Pronto, llegó una buena noticia: se incorporaba el boricua Víctor Rodríguez, estabilizador de la alineación que contribuyó con su bate y su mascotín (apenas un error en la eliminatoria en casi 400 lances) a transformar al conjunto en algo más que un debutante invitado.
Mientras el elenco margariteño se emparejaba, Jesús Silva sorteaba problemas y dominaba a sus contrarios (llegó a tener balance de 6 triunfos por 1 revés); Alex Serrano salvaba partidos (hasta 14 pudo rescatar); Jean carlos Boscán se erigía en una “muralla” detrás del plato; apareció el “Fantasma de Guatamare”, Alberto González para definir el infield junto a William Bergolla, Cordido, Rayner Olmedo y Rodríguez y todo giraba en torno a la pareja letal de jardineros conformada por Frank Díaz y René Reyes, ambos con excelentes temporadas.
El manager Phil Regan cambió al otrora abridor Kasey Olenberger al bullpen y fue uno de los movimientos claves de los Bravos. El, junto a Justin Pope, garantizaba mucho en el intermedio de los juegos.
La búsqueda continuaba y al país llegaron el conocido Chris Hernández y el hawaiano Brandon Villafuerte para reforzar el cuerpo de relevistas.
Y por si fuera poco, entraron en acción Felipe Paulino y Wilfredo Ledezma para configurar junto a Silva, el trío más temible de criollos abridores del certámen.
Llegaron a ganar 8 en fila y allí comenzaron las especulaciones verdaderas relacionadas con el pase al Round Robin.
Sin descuidarse, contrataron al veterano Darrel Brinkley y al lanzador zurdo Steve Kent para profundizar las posibilidades clasificatorias.
Finalmente, y tras la fallida participación del serpentinero Matt Beech, los margariteños, con problemas de lesiones y ausencias notables como las de Maicer Izturis y Yorvit Torrealba, acogieron a su gran estrella, Ramón Hernández, en el roster.
El sueño finalmente se cumplió, y Bravos de Margarita llegó a la segunda fase del torneo con la satisfacción de haber cumplido con su cometido.
¿El Round Robin?, esa es otra historia que relataremos al final del mismo. Por lo pronto, pase lo que pase, es positivo el resultado para los insulares desde todo punto de vista: de asentamiento, de dinero, de arraigo, de penetración y de afecto del exigente aficionado neo espartano.

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